viernes, 28 de abril de 2017

Siete meses como un huracán

Todo comienzo tiene un fin. El tiempo pasa tan deprisa, que de repente te encuentras tumbada en la que ha sido tu cama durante 7 meses para dormir por última vez mientras escuchas una de las canciones que prácticamente se ha convertido en la banda sonora de esta estancia.

Y es que, cuando llegué al norte de Francia, creía empezar de cero. Lo sentía como una nueva página en blanco donde poder ir escribiendo un antes y un después. De alguna manera, tenía la necesidad de volver a vivir fuera de España. Decidida, empaqueté un año de mi vida y aquí llegué, a un pueblo de 20 mil habitantes del que jamás había oído hablar.

Hoy, es mi última noche en Normandía. Llevo toda la semana echando la vista atrás y haciendo balance con casi cada una de las personas que he tenido que ir despidiendo día tras día. Un amigo me decía que para él, esto ha sido una "cortina negra con manchas blancas", mientras que a mí me gusta más verla como una de colores con manchitas grises. 

Y es que, no todo ha sido un camino de rosas. He tenido mis rachas. Empecé bien, seguí regular y al final acabo con un buen sabor de boca. Claro que a veces he tenido ganas de irme. Pero es que el invierno es duro, y cuando la lluvia se pone de acuerdo con el viento, hace que tu día se tiña un poco más grisáceo. Pero, al fin y al cabo, ¿en qué lugar es fácil llevar los fríos días de invierno cuando no tienes a quien te arrope?

También me he sentido sola, no voy a mentir. Muchas veces. Echaba de menos el tener siempre mil planes, el salir a la calle y ver a gente a todas horas, ese sol que no siempre se dejaba ver, el "ser" con la gente y no simplemente "estar". No sé si me explico. He podido sentir el carácter seco de algunos franceses, lo poco acogedores que pueden llegar a ser en algunas situaciones.

PERO, sería muy injusto que después de todo, únicamente hiciera hincapié en esas "manchitas grises". Yo, que siempre he sido tanto de colores vivos

He viajado. He viajado mucho, no he parado de moverme. Al fin y al cabo, es una de las cosas que más me gusta. Las vacaciones escolares francesas son tan largas, que te permiten visitar si quieres cuatro países en el mismo mes. He tenido mucho tiempo libre, pues tener 12 horas de clase a la semana hace que, como yo, te dé por hacer deporte lunes, martes y jueves, yo que nunca he sido muy deportista. Pero mataba esas horas muertas que el invierno me regalaba. Y oye, he acabado aficionada a la zumba. 

He seguido mejorando mi francés. Resulta gracioso recordar cómo hace unos años me daba miedo hablarlo y ahora me siento tan cómoda que lo pondría al mismo nivel que el inglés en cuanto a "gusto por un idioma" se refiere. Yo, quien lleva toda la vida viviendo por y para ese inglés. Ay, quién me iba a decir a mí que al final acabaría así.

Y es que, además, me he sentido segura dando las clases. Muchísimo. Me gustaba transmitirles mi español (aunque tuviera que forzarme a pronunciar todas las "eses" finales), me hacía gracia las ocurrencias que tenían los más pequeños. Haber dado clase a alumnos desde los 12 a 18 años me ha ayudado a comparar, a aprender, a observar. Ahora sé cómo funciona el sistema educativo francés y eso es algo que no se conoce si no lo vives de primera mano. 

Si bien es cierto que no he conocido a tanta gente como me hubiera gustado por el poco movimiento de este pueblo, también es verdad que siempre me las he apañado para tener un plan (es lo que tiene no aguantar más de un día en casa). Me quedo con los que sí. He podido experimentar, de primera mano, la cultura francesa, He descubierto. Y al final, entre franceses, chinos, españoles, mexicanos, ingleses y americanos, he aprendido un poco más del mundo. 

Claro que me lo he pasado bien. Claro que he seguido cultivándome. De todos modos, cuando el tiempo pasa tan rápido en experiencias como esta, es porque algo has hecho bien. 
Y yo, la verdad, es que nunca he sido de desperdiciar oportunidades.


Au revoir, Saint-Lô !



miércoles, 1 de febrero de 2017

¿Viajar durmiendo en sofás ajenos?

Hi guys!
Esta vez quiero compartir mi primera experiencia como couchsurfer. Suena raro, ¿eh?
Vamos a ponernos en situación...
Couchsurfing es una página que básicamente ayuda a ahorrar a los que nos gusta viajar. ¿Cómo? Ofreciendo alojamiento gratis. (De verdad de la buena). O sea, son personas que de manera voluntaria ofrecen su casa para hospedar viajeros durante unos días, durmiendo normalmente en el sofá (de ahí lo de couchsurfing, couch=sofá, según mi querido amigo WordReference). 
(Nunca uséis "Google Translate", es veneno (superconsejito del día).

Pues bien, primero, para ello, tienes que tener un poquito de tiempo libre y empezar creándote un perfil "interesante" con alguna que otra foto "divertida" donde expliques (en inglés mejor) tus aficiones, cómo eres, a qué te dedicas, blablabla...
Y...¿para qué? Pues para que las personas que buenamente te quieran acoger en sus casas vean que no eres una especie de asesino o loco andante. Eso sí, lo normal es no hospedar a más de dos personas y más o menos un máximo de tres noches, claro que depende de cada uno (una cosa es un favorcillo y otra es el gorroneo, claro). Tú puedes elegir en tu perfil si quieres también acoger a gente o no (no estás obligado). 

Bueno, tras haber enviado unos cuantos mensajes a diferentes perfiles, una chica nos aceptó a mi amiga y a mí (¡bieeeeen!) en su casa que compartía con otras cuatro más. Me pareció una idea divertida. A ver, siendo realistas, vas un poco a la aventura, ya que te dispones a alojarte en casa de alguien que ni conoces (y ellos peor aún, que meten en su casa a Dios-sabe-quién). But well...

¡Oye, que aún no he dicho el destino! Bruselas tocó esta vez.Y yo la mar de contenta de volver a pisar mi país Erasmus por unos días. 
Llegamos el viernes por la mañana y nos avisaron de que ninguna de las chicas estaría en casa hasta las 5 de la tarde, así que dejamos las maletas en las taquillas de la estación y nos fuimos a visitar la capital belga. Hacía años que no la pisaba, ¡qué recuerdos! Ya por la tarde-noche, llegamos a su casa y nos encontramos con una chica de lo más simpática. La casa genial, el salón hiper grande, cuarto de baño propio dentro de su habitación...vaya, pintaba bien la cosa. Anouk (así se llama la susodicha), incluso nos ofreció cena (lo cual no es normal porque tampoco es un hotel, demasiado que te dejan dormir allí ya), pero como la Milagroh (mi amiga) y yo (Inma) somos gente decente (jé), no lo aceptamos, compramos nuestra propia comida para no molestar mucho. 

Llegó la noche y con ella sus amigos. Como unos diez belgas allí en el salón de soirée con nosotras incluidas. ¡No estuvo nada mal la mini fiesta! El "problemita" es que Mila y yo estábamos reventadas a cierta hora (situación: nos habíamos levantado a las cinco de la mañana, habíamos pasado cuatro horas en un bus donde no cabía un alfiler y habíamos pasado todo el día haciendo turismo). Pero como estás en casa ajena, a ver de qué manera dices sin sonar "aguafiestas" que te quieres ir a dormir...al final los astros se alinearon y nuestra amable Anouk nos dijo: "Si queréis podéis dormir en mi cama, que yo voy a salir y llegaré tarde". (Icono de whatsapp de ojos de corazón por mil pa' ti). 
¡Maxi cama para las Milinma con mega bañera incluida! (Mila y yo, básicamente. Es que nos llamamos así entre nosotras. Jé). Triunfaso.

Todo iba muy bien hasta que volvieron de fiesta y unos amigos que no sabían que estábamos en su cama, empezaron a gritar en francés diciendo cosas "muy agradables" y encendiéndonos la luz (oh, gracias, lo que yo quería). Hasta que alguien le dijo que era Anouk quien nos lo había ofrecido. Hombre, amigo, ¿te imaginas que nos vamos a dormir a su cama así por la cara sin que ella nos hubiera dado permiso?

Al día siguiente, quisimos salir para ir a Brujas y Gante y estaba la llave echada (vamos, que no podíamos salir). Tuvimos que despertar a la chica (con su resaca incluida) para que nos abriera. Pero de buen rollo, eh. Todo bien. 
Cuando volvimos de pasar el día, notamos a Anouk un poco rara, como que el día anterior estaba más simpática, vaya. Bueno, sin más. Lo verdaderamente raro vino cuando queríamos dormir. Esa noche sí que dormimos en el salón; ella nos preparó un colchón inflable bastante grande y cómodo, la verdad. Resultó que ella y su compañera estaban viendo una película en el salón y no se iban. Nosotras no sabíamos qué hacer; teníamos un poco la sensación de que si nos quedábamos las estábamos presionando para que se fueran...así que nos movimos a la cocina, las dos como tontas muertas de frío esperando a que tuvieran piedad y se fueran para poder dormir nosotras tranquilas.

Un rato tuvimos que esperar. Al día siguiente, nos fuimos ya tempranillo con las maletas, así que como "nuestra anfitriona" estaba aún dormida, no pudimos despedirnos. Claro está que ella la noche anterior no nos había dicho nada tampoco, entonces fue un poco así, cómo decirlo...bipolar.
Le envié un mensaje para darle las gracias por todo y ni siquiera me contestó (leído eh, que el doble check azul no engaña). Qué raro me pareció. Sin embargo, después en la página de Couchsurfing me dejó un comentario positivo, diciendo que habíamos sido chicas muy simpáticas y respetuosas y que volvería a acogernos. ¡Vaya, querida! Cualquiera se lo esperaba...

Y hasta ahí mi aventura durmiendo en un sofá ajeno. La verdad es que podría haber sido peor, no me quejo. La chica, a pesar de esa pequeña bipolaridad, era muy amable, la casa estaba genial y el viernes por la noche me di un pedazo de baño donde solo me faltaron las burbujitas saliendo de la bañera. Nada mal para no haber tenido que pagar nada, ¡otra experiencia más!

Ahora, las vacaciones de febrero se acercan en Francia y parto para Cracovia-Bratislava y Praga (¡E Inglaterra! Pero ahí me quedo en casa de una amiga). Esta vez como alojamiento me he decantado por la página Airbnb (ya la he utilizado otra veces y ningún problema; aquí sí hay que pagar como ya conoceréis, aunque obviamente nada comparado a un hotel, ya que la gente te "alquila" su casa durante los días de tu viaje). Aunque para el próximo viaje así cortito...¿por qué no volver a probar suerte en casas de desconocidos? 



Milinmas en Brujas (Bélgica)



Gante anocheciendo


¡Quién dijo miedo!

domingo, 8 de enero de 2017

Low battery

El tiempo corre tan deprisa que estoy rozando la obsesión por vivir al máximo cada momento. Y es que vivimos sumisos ante la insatisfacción. Una insatisfacción que nos hace siempre querer más, más y más. No conformarnos con las mismas vistas de cada mañana por miedo a la monotonía, ni siquiera con esa persona que te quiso como si cada día fuera el último. Inconformistas. Más viajes, más bocas nuevas, más planes inesperados, más personas que te hagan vibrar. ¿Acaso la inseguridad que puede provocar el hecho de salir de tu zona de confort pesa más que lo que te puede aportar?

Cómodos. Buscamos la comodidad y nos da miedo ver que estas tardes de domingo grises pueden teñirse de otro color si encontramos personas nuevas que lo hagan posible. Que las compartan contigo. Mi problema siempre fue esperarles. No darme cuenta de que no todos se identifican con la idea de que el tiempo no vuelve, que si no es ahora cuándo, que los días libres son para llenarnos de vida. Que no está de más poder sentir que a veces también son ellos quienes te buscan a ti. Por eso aprendí a pasar tiempo conmigo misma. “Nos gusta sentirnos libres pero no prescindibles”, leí una vez.

Que de qué sirve si tienes que empujarles continuamente, si esas tardes de domingo siguen siendo igual de grises. Conversaciones que aporten, gente que transmita y te permita sumar.
Que si seguimos anclados en lo que ya notas desgastado, al final somos nosotros mismos los que acabamos rotos por dentro. Y no está el mundo como para seguir recogiendo más trocitos de gente que se descompone, sobre todo cuando aún no has logrado recomponerte por ti misma… 


miércoles, 21 de diciembre de 2016

Viajando voy, viajando vengo.

Hoy quiero compartir mi experiencia sobre cómo ha sido viajar sin que nadie me esperara al otro lado de las puertas automáticas del aeropuerto.
El 19 de diciembre hice mi primer viaje SOLA. Yo, con mi maletita y mi cámara de fotos, sin nadie más. Siempre había visitado lugares nuevos con otras personas al lado, pero esta vez decidí probar la experiencia de viajar con mi única compañía (¡y qué mejor compañía!).

La idea surgió al encontrar un vuelo a Edimburgo más barato que el trayecto Sevilla-Madrid en bus. Como no soy de desaprovechar oportunidades, pensé que a alguien más le gustaría visitar un trocito de Escocia conmigo, pero entre amigos con excusas, trabajos o pocas ganas, me cansé de buscar acompañantes y me compré el vuelo yo. Mi idea era hospedarme en un hostal de jóvenes que me diera la oportunidad de conocer a otra gente en mi misma situación. Y así fue :) 

Entre las horas muertas entre aeropuerto y vuelo, me topé por casualidad en internet con un artículo que decía: "Nunca esperes a que alguien más esté tan motivado como tú lo estás. Cuando estés lista y tengas los medios para irte, ¡vete!". Entonces supe que lo estaba haciendo bien. No podemos esperar a la gente eternamente ni hacer que tengan las mismas ganas que tú de hacer algo. Primera lección.

Llegué a Edimburgo y he de decir que me ha parecido una ciudad preciosa. Aterricé consciente de que podía ser probable encontrar algún momento en que me sintiera sola, pero a decir verdad, he estado más a gusto que un arbusto. No le he dado explicaciones a nadie, he salido y entrado cuando he querido, he visitado lo que a mí me apetecía cuando me apetecía, me he perdido entre uno de los mercados navideños más bonitos que he visto, he hecho mis compras de navidad tomándome mi tiempo, sin que nadie estuviera esperándome. Nadie. Ni siquiera un horario fijo en el hostal. 


Mercado navideño desde el otro lado del puente


En el hostal, conocí a gente de todos lados. En la cena de mi llegada empecé a hablar con un grupo de argentinos, en el desayuno hablé con unos franceses y al día siguiente conocí a dos hermanos españoles. Ese mismo sábado noche, salimos todos juntos por Edimburgo. Un grupito que se acababa de conocer, compartiendo la vida nocturna en la capital de Escocia. Fue genial (¡a pesar del frío!). 

También hice dos free tours, donde conocí a una australiana, una brasileña y una italiana. Es sorprendente conocer la historia de cada una de las personas que coinciden contigo en el mismo lugar al azar y que vienen de cualquier parte del mundo. Me he dado cuenta de que hay más gente que viaja sola de lo que parece. Y que no, no es tan raro. Promise. 


Vistas desde mi habitación del hostal


Basta ya de tantos miedos. Que sí, que tienes que tener mucho cuidado, pero eso yendo sola y yendo con diez personas más. "¿Tú sola te vas a ir? ¡¡Estás loca!!". Me dijo una amiga. Yo no lo veo tan malo, ¿no?, ¿tan grave es?. Pensé que me vendría bien pasar unos días a solas conmigo misma, dedicarme tiempo para mí, perderme por calles desconocidas y hablar con personas que no había visto en mi vida  y que probablemente nunca más volveré a ver. Y ha sido enriquecedor. Poco a poco aprendes a hacer cada vez más cosas por ti misma.

Y hasta aquí mi "viaje de desintoxicación" de todo lo malo de 2016 (ojalá con solo un viajecito se dispersaran todos los pensamientos no deseados, ¿verdad?).

Thank you, E d i n b u r g h ! <3 


martes, 6 de diciembre de 2016

¿Ya ha pasado tanto tiempo?

Ya mismo se acaba un trimestre y como el tiempo pasa más rápido de lo que me gustaría, quería hacer un poco de balance de lo que está siendo esta experiencia. Hace nada más y nada menos que dos meses y algo que llegué aquí a intentar conseguir que los francesitos hablasen español (conseguido o no, ¡pero ah!).


El viernes que viene ya empiezan las vacaciones de navidad, que han llegado en un abrir y cerrar de ojos. Si hago memoria de cómo han sido mis primeros meses aquí (que supuestamente suelen ser los más difíciles por eso de que tienes que adaptarte y tal, pero yo no lo he notado), pesan más las cosas positivas (¿o será que la positiva soy yo, que siempre he intentado verle el lado bueno a todo?). Bref, qué bien que me dieran esta oportunidad. 

Todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes,está claro, aunque la única pega así que le encuentro a esto es que me hubiera gustado que la ciudad que me ha tocado fuera más grande, pero vaya, que al fin y al cabo siempre me "busco las papas" para tener planes aquí y allá (es lo que tiene ser un poco culo inquieto, que un día entero en casa puede significar la muerte a pellizcos). 
De todos modos, pasar otro año fuera de tu país significa conocer, viajar, visitar, encontrar, moverse. Vamos, creo yo (llámenme loca).

En el tema académico, hay de todo. Hay alumnos que te dicen que quieren tener más clases contigo y otros que se pasan la hora hablando entre ellos, pero eso ocurre aquí y en China, o sea que tampoco es que lo quiera recalcar. Tengo alumnos desde los 12 hasta los 18 años y, aunque el año pasado probara con un 2º ESO, este año aquí me quedo con los mayores. Normalmente te escuchan, te hacen más caso y, sobre todo, atienden y están callados cuando hay que estarlo (qué poco soporto que hablen mientras yo esté hablando, me hierve la sangre y al final acabo enfadada...ahora entiendo a mis profesores). Ya he echado alguna que otra bronca por eso, incluso he llegado a escribir un rapport (lo que viene a ser un informe) por problemas de comportamiento por parte de algunos alumnos de troisième (nuestro 3º ESO). Para mí los peores con diferencia. Qué horror.
Quitando esas cosillas, les preparo actividades entretenidas (o eso creo) y normalmente en clase me lo paso bien (sobre todo con los más mayores, aunque he de decir que los más pequeños tienen su puntillo gracioso). Como mi función NO ES enseñar gramática (para eso tienen a su profesora de español), sino pronunciación, conversación y cultura, les preparo siempre actividades orales y presentaciones sobre diferentes aspectos españoles (a veces me sorprendo con sus respuestas, como esta lluvia de ideas sobre qué pensaban de España y los españoles):


Somos unos vagos, hay muchos vagabundos, Upa Dance como estilo de vida, parece ser que en Andalucía son respetuosos con el medio ambiente y del jamón, churros y paella no salimos. ¡Olé! (por favor, ojalá dejen siempre de decirme "la corrida" para decir "los toros", me suena tan tan feo :(
En realidad, siendo sincera conmigo misma, nunca voy a tener otro trabajo donde viva tan bien como en este. Normalmente, los auxiliares tenemos un horario de doce horas a la semana, pero, al menos en mi caso, esa es la semana que más trabajas. Hay semanas donde solo tienes 10 horas de clase o incluso 9. Depende. Ganamos bien (a ver, a mí me da de sobra para vivir, viajar y ahorrar al mismo tiempo, o sea que genial). Tenemos dos semanas y algo de vacaciones cada mes y medio. Me enriquezco mucho con la cultura francesa y con el sistema educativo de aquí y hablo francés todos los días. Si también tienes la suerte de hacer amistad con los auxiliares de inglés (y se dejan), podrás (como yo), practicar los dos idiomas al mismo tiempo (aunque algunos días you feel like tu parles en trois idiomas diferentes). Vamos, yo lo veo como una oportunidad buenísima :) 

(Mi Pippi contentina como yo jéee)

Llevo un mes y pico también dando clases particulares aparte para ganarme un dinerillo extra (más que por el dinero, porque tengo mucho tiempo libre, la verdad). Le doy clases de español a una mujer francesa jubilada que es más salá que na; dos horas por semana. Quitando que a través del anuncio que puse en internet me han intentado timar dos veces, lo demás bien. Pero timar hablo no de que quedamos y no se presentan, no, sino de policía de por medio. Pero bueno, eso es otro asunto. Suerte que fui avispada y todo se quedó ahí. 
También estoy más deportista que nunca y me he apuntado a zumba y a gimnasia (si mi profesor de Educación Física me viera...), ¡quién me ha visto y quién me ve! Y entre deporte, clases, fiestas, salidas, amigos nuevos, escapadas, planes con franceses, chinos y demás personas del globo terráqueo, estos meses se me han ido volando. 

Ya queda muy muy poquito para volver a casa por navidad, como el turrón, aunque antes...¡Disney y Edimburgo me esperan! (encima en plena navidad, me dará algo, veréis, veréis).
Me despido con el lugar más emblemático de Normandía, el Mont Saint-Michel.


PD: Dentro de dos días es mi santo. ¡Hasta luego, Maricarmen!

viernes, 21 de octubre de 2016

Bonnes vacances!

Unas semanas aquí y ya estamos de vacaciones, ouais !

En Francia tienen las vacaciones de Toussaint por estas fechas, dependiendo de la zona donde te encuentres (A, B o C) varían unos días arriba o abajo. Mi zona concretamente es la B, por lo que desde el pasado miércoles 19 hasta el 3 de noviembre estoy libre como un pájaro (yeaaahh!).

Las vacaciones empezaron con un regalito sorpresa. Cuando por fin conseguí hacerme de un número francés, se me estropeó mi móvil y no hubo una sola tienda en Saint-Lô que lograra arreglármelo. Cuando, con dolor de mi corazón, me decido a comprarme uno nuevo aún sin haber cobrado, resulta que el modelo que yo quería era el único que no tenían disponible. Estupendo, maravilloso. Por qué zeñó? 
Así que estos días estoy incomunicada por estas tierras normandas hasta nuevo aviso (suerte que con el ordenador sí tengo internet, ya solo faltaba que se me estropeara también. No voy a hablar muy alto, mejor lo borro).

Preparé viaje para ir a Suiza. Eh, eh, tampoco salió adelante. Qué suerte todo. 
Así que aquí estoy en mi habitación sola metida en la cama escuchando temazos de los 2000 -que son los mejores- un viernes noche (maemia, acaba de sonar "Y yo sigo aquí" de Paulina Rubio, booo) y mi bata suave, suave. Menos mal que por lo menos el otro día en mi primera clase de zumba aquí no me torcí el tobillo (hay que ver lo dramática que me gusta ser y cómo me quejo por vicio). 
¡Anda ya, que estoy mu bien!
Hoy he pasado el día con mi amigo mexicano (que me ha coronado como la española loquita) en Cherbourg y me ha encantado aún más cuando he descubierto que la ciudad fue una de las paradas del Titanic (amor infinito, buuua). Oye, que cómo me gustan los paréntesis. Y que qué pena que no pueda/sepa poner iconos aquí, ¿no?



Mientras comíamos, una señora mayor me ha preguntado si la silla estaba ocupada y ha cogido y se ha sentado con nosotros en la mesa. Tal cual. Ay, qué mal lo he pasado intentando contenerme la risa (al final acabé explotando). Una viejina (como yo digo) de 88 años sentada a nuestro lado viendo cómo yo comía (y digo "yo" porque él hacía tres horas que había acabado. Qué raro, ¿yo terminando la última de comer?). Qué salá.
El resto de las vacaciones las pasaré en París con las farzas y en Barcelona para (tachán) ir al concierto de Operación Triunfooooo. Voy a llorar de la emoción y lo sé. Ains, mi Nuria Fergó.

Y, ¿sabéis qué? El miércoles cuando empezaron las vacaciones, los profes del colegio (y cuando digo "colegio" me refiero a la ESO) me invitaron a casa de una de ellas para hacer una cena. Jope, me hizo ilusión, me sentí integrada entre ellos. Mi tutora es muy simpática; me recogió en coche y siempre está pendiente de mí. Incluso me ha invitado a su casa :)

El fin de semana pasado continué con mi "descubrimiento de Normandía" y estuve con mi compañera de piso americana en Granville. Una ciudad preciosa, con su playita y todo.




¡Ah! Y el lunes 17 tuvimos por fin la reunión de todos los asistentes en Caen (un poco tarde, por cierto). Creo que hay 18 nacionalidades distintas en la región. Desde gente de Jamaica, hasta de China, pasando por el mismo Caribe. Me impresiona el ver cómo gente de tantas partes del mundo hemos coincidido en el mismo sitio para hacer lo mismo. Nos dieron un discurso muy bonito sobre la importancia de los idiomas (y ojalá me acordara de una frase que sé que me gustó, no sé por qué no la apuntaría...). Yo sigo con mi grupito internacional de cuatro. Tan diferentes y con algo en común: enseñar español en Saint-Lô. Por qué no. Jé.
Ains, tengo que hacer mejor una entrada entera sobre todo este tema, merece más de un párrafo. Para la próxima.

De momento, os dejo aquí para no aburriros mucho. Yo sigo con mis temazos de los 2000.

Yo, perdida entre la confusión de no saber si sí o si no, voy esquivando tus miradas...

lunes, 10 de octubre de 2016

Madame

¡Tercer día de clase superado!
Ya he pasado por todos los niveles y edades: desde los 12 años hasta los 18 (y nada que ver).

De entre mis 12 horas semanales, 6 las paso en el Collège (que aquí va desde 6º de primaria hasta 3º de la ESO) y las otras 6 restantes en el Lycée (de 4º de la ESO a nuestro equivalente 2º de Bachillerato).

Para mi sorpresa, no me pongo NADA nerviosa, ¡ni en la primerísima clase! Y eso es raro, porque mira que me estreso por todo...pero tant mieux !. No sé si es el hecho de impartir las clases en mi lengua materna y no en la lengua extranjera como he hecho otras veces lo que me hace estar más tranquila y segura o qué, pero hasta incluso me veo con más autoridad de la que pensaba, ¡uuuhh! También influye el hecho de que solo tengo a la mitad de la clase conmigo, claro (el resto se queda con la profesora de español y yo me llevo a los demás a otro aula) y con una media de 12 alumnos, las clases se hacen mucho más llevaderas. Me gusta la libertad que me han dado desde el principio de poder estar yo sola en clase con ellos preparando mis propias actividades.

Noto mucho la diferencia (lógico y normal) entre unos niveles y otros. A los más pequeños de 12 y 13 años los he tenido que cambiar de sitio más de una vez ya porque no paran de hablar y, sin embargo, en las clases del instituto muchas veces da gusto. Aparte de que entienden mejor el español (también es normal, los más pequeños los pobres hay algunos que llevan solo un mes con el idioma), te dejan dar la clase sin interrupciones.
Estos días los hemos dedicado básicamente a hacer actividades orales de presentación para conocernos un poco (algunos de los pequeños se revolucionan con los juegos que les hago y me termino desesperando un poco, mais bon). Con los mayores, es todo lo contrario. A veces incluso me cuesta que participen porque les da vergüenza hablar en español y algunos aún son un poco tímidos conmigo. Unos porque hablan mucho y otros por poco. Oh là là !

PERO, he de decir que todos me toman por otra profesora más, no como "la auxiliar", me llaman Madame (¡qué gracia me hace!) y me tratan de vous. La verdad es que aquí percibo como más respeto hacia el profesor (de momento, ojalá no me hagan cambiar de opinión). Me hace gracia que los más pequeños cada vez que entran en clase te digan "holaaa" con una sonrisa de oreja a oreja, así que repito el "holaaa" no sé cuantas veces al día seguidas.


Y algo que me ha llamado mucho la atención es que el timbre entre clase y clase no es un piiiii de los que tenemos nosotros, sino que es un extracto de una canción inglesa o francesa (de actualidad, vaya) que los propios alumnos eligen. Me parece guay como idea, pero me pregunto si después cuando salgan por la noche y escuchen esa canción en los bares no les pase como con las alarmas de los móviles, que acabas maldiciendo la musiquita y no quieres escucharla ni en sueños. Mmmm...

¡Además hay un piano en el instituto! Sí, en medio del pasillo...y los alumnos en sus ratos libres se ponen allí a tocarlo y a cantar como si nada (a veces acabas un poco harta de tanta música, sobre todo cuando vives dos plantas más arriba y te quieres echar la siesta...). Me sigue sorprendiendo la cantidad de horas de clase que tienen, a lo mejor con dos horas libres entre medio (que por otra parte es comprensible, de 8 de la mañana a 6 de la tarde en el instituto, algo tendrán que descansar los pobres...), ¡pero qué paliza! 

Eso sí, la comida del comedor está genial. Qué me encanta no tener que cocinar ni pensar qué comer cada día. Vale, lo confieso: me he acostumbrado tanto de nuevo al horario francés que a las 12:30 de la mañana ya estoy hambrienta...

Sinceramente no me puedo quejar. Y me hago gracia a mí misma intentando "parecer mayor" porque efectivamente, los alumnos son más altos que yo y las chicas parecen de mi edad o más en cuanto a cuerpo, vestimenta, blabla...aunque ya estaba mentalizada de eso antes de venir, o sea que no me sorprende. Pero oye, eso de ir a clase así como que más arregladita me está funcionando :P 

De momento me está gustando todo, todo, todo. Y no paro de moverme, conocer, salir, entrar, hablar, descubrir...que al fin y al cabo, es lo que me gusta.

Y, además...¿qué me decís de los atardeceres que veo cada día desde mi ventana?



Time Square can't shine as bright as you...